5/04/2015

Héroes inoxidables [Discos a los que siempre vuelvo] (2)

Continuando con esta serie de entradas, hoy le toca a un peso pesado del rock. Y es que no se puede describir la grandeza que desprenden The Rolling Stones tanto arriba como abajo del escenario. No conozco a nadie que no le gusten y el que dice que no, resulta que en su puta vida los ha escuchado.

Al igual que con Charly, la discografía de estos monstruos me gusta tanto que me resulta difícil decantarme por algunos. El criterio con el que los elegí, gira en torno al 2005. Tenía 15 por aquellos días y estos CDs me acompañaron y definieron mis gustos musicales de ahí en adelante.

Beggars Banchet (1968) lo tenía en su colección uno de mis mejores amigos. Él tuvo la gentileza de prestármelo para que lo pudiese copiar a mi computadora (Santiago, ¡gracias!). Ya desde el arranque, sabemos que no nos va a decepcionar.


La razón de ello es Sympathy for the devil. Simplemente, es la posta. Ningún instrumento sobra. Cuando agarrás una guitarra y descubrís que la base consta de 4 acordes pedorros, cobra sentido el dicho de que 'menos es más'. No hace falta ser virtuoso para componer una obra maestra. Eso es lo que Jagger y Richards hicieron. El solo venenoso que hace éste último, es la mejor parte del tema en mi opinión. El álbum se empieza a despegar de lo eléctrico a partir del segundo track. Explora canciones de tipo folk y la mayoría de las letras tratan de los excesos y del lado oscuro de Londres, siendo Street fighting man su máxima expresión. La obra concluye con una oda a los laburantes (Salt of the earth), donde le conocemos, aunque muy brevemente, la voz a Keith.


Por esa misma época, encontré en una estantería de mi casa el Voodoo Lounge (1994). Seguía manija con esa banda y sin pensarlo dos veces, lo mandé al reproductor. Fue amor a primera oída. Mis tímpanos se enamoraron con la armónica de Love is strong. El arpegio en The worst y los punteos sucios de Thru and thru (ambos cantados por la desgarrada voz de Keith) son ejemplos de las muchas facetas que tiene el disco. Pasa por momentos agitados con You got me rocking y Sparks will fly, para bajar un poco los humos con Moon is up, cuya melodía y efectos son un tanto extraño pero que dan gusto oír. Entre medio, hay momentos para los románticos con Blinded by rainbows y Out of tears. Es el primer trabajo sin Bill Wyman como bajista del grupo.

Love you, baby, thru and thru...

Este disco lo tiene todo y pone la vara bien alto para lo que vendría 11 años después con A Bigger Bang (2005).

Cuando me enteré que los muchachos estos estaban preparando un nuevo disco de estudio para su gira mundial, mi cabeza explotó. Esperaba con ansias preguntándome con qué podían llegar a salir luego del Voodoo Lounge. Cuando finalmente lo compré, entendí por qué son los mejores.

Lo disfruté de principio a fin no sólo porque es un álbum excelente sino por la espera. Hay cosas que valen la pena esperar y A Bigger Bang fue una de esas. No sólo tuve que aguardar de julio a septiembre sino que una vez se puso a la venta, tuve que ahorrar para poder adquirirlo. Era frustrante ver cómo mis amigos lo conseguían antes que yo y me dijeran lo genial que estaba. Santiago me lo ofreció para que lo copiase pero me negué. Quería comprarlo, encerrarme en mi pieza y ponerlo en mi estéreo hecho pelota. Tenía miedo de que fuera un mal disco o, peor aún: mediocre. Porque no hay nada peor que una gran banda caiga en la mediocridad y se repita a sí misma. Pero mis temores, por suerte, eran infundados. Lo bien que lo pasé escuchándolo. Ya con Rough justice sabía que las pistas siguientes tenían que ser buenas. Había leído que Charlie Watts acababa de recuperarse de un cáncer y que Jagger decía que la batería era lo que mejor sonaba. Es verdad, la polenta con que Charlie le da a los redoblantes se puede entender como un 'fuck you, cancer'.

Let me down slow es de mis favoritos. Una lástima que no haya tenido repercusión y ni siquiera lo hayan tocado en vivo. La variedad en los ritmos dice presente otra vez. Vuelven a sus raíces en temas bluseros con distorsiones peladas como It won´t take long y, en especial, Back of my hand para caer en una canción más de 'boliche' como Rain fall down. Biggest mistake tiene un coro entre medio de las estrofas (algo que no es tan frecuente en sus trabajos) y se le van sumando pasajes rockeros a medida que avanza. Gran track, lo recuerdo con mucha nostalgia.

El riff no te lo vas a poder sacar de la cabeza

Keith vuelve a mimarnos con su voz en dos canciones, siendo This place is empty la mejor lograda.

Escuché muchísimas bandas aquel 2005, que voy a contarles cuando llegue el momento. Ahora quiero hablar del mejor disco, según mi opinión, de los Stones. Recién arrancaba el 2006, le hacía frente al verano más aburrido que me tocó vivir. Mi viejo pasó a buscarme para dar una vuelta con un regalo. Se trataba de una revista (que leería mil veces) y un disco (que lo terminaría rayando de tanto reproducirlo). Mis ojos se abrieron como platos al leer The Rolling Stones en la tapa. Se trataba de Let It Bleed (1969), que llegó a mi vida para darle color a ese verano de mierda. Erróneamente se dice que los Stones le copiaron el título a The Beatles, pero no es así. Let it bleed salió un año antes y en todo caso, no tiene nada que ver con Let It Be (1970), ambos son discazos.

Es un disco melancólico (You got the silver, Love in vain), rockero (Live with me o la pista que le da nombre al disco), crudo (Gimme shelter, Midnight rabmbler) y triste (por la muerte de Brian Jones). Al igual que el 'Beggars' tiene toques de folk en casi todos los temas (el constante uso del slide, por ejemplo). Homenajean a Robert Johnson con un cover y la rareza es Country honk (un versión alternativa de Honky tonk women). Pero la frutilla de la torta la pone You can´t always get what you want; la manera en que los instrumentos van apareciendo y se funden dando la impresión de que fueran uno solo, es para aplaudir de pie.

Posiblemente mi tema favorito de The Rolling Stones

Keith Richards se hizo cargo de las guitarras y canta en solitario una canción que garpa demasiado (You got the silver). Hace su aparición por primera vez el guitarrista Mick Taylor.

Pasan los años y las cosas cambian a mi alrededor. Me doy cuenta que ya no soy un adolescente, que fumo más cigarrillos y que mis gustos van cambiando. Pero entre tanta bazofia que suelo tragar en busca de alguna peli, banda o videojuego diferente (en resumen, nuevas experiencias), me doy cuenta que a veces es necesario retornar a la zona de confort.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario