En la era de las remakes, reboots y secuelas caía de maduro que la franquicia Jurassic Park debía retornar. Lo visto en el trailer me había convencido. Tenía mis expectativas igual que mis dudas. Una cuarta entrega jurásica no debía tomarse tan en serio y tener un balance entre humor y acción. Sumándole, por supuesto, su cuota de espectacularidad.
Arranca en una incubadora, con un interesante plano secuencia donde la cámara va de un lado a otro jugando con el foco. Presenciamos el nacimiento de un dinosaurio... y el primero de muchos guiños.
B.D. Wong vuelve como el Dr. Henry Wu |
Lo importante es conocer a los personajes para que nos introduzcan a la nueva edición del parque que es el verdadero protagonista. Así es que Claire (Bryce Dallas Howard) nos pondrá al tanto con cuestiones administrativas y de marketing. Chris Pratt, a.k.a Owen Grady, a.k.a el entrenador de raptores, nos informará acerca de la seguridad y un entramado ético con respecto al uso de los dinosaurios como bio-armas. ¿Será la base para la quinta?
El principio es un toque denso debido a que el director te pone en la piel de los visitantes. Es una buena idea y recuerda a la primera entrega: eso de mostrar el control antes del descontrol. En esta oportunidad, lo hace de manera general -planos abiertos desde un helicóptero- hasta que entra en detalle cuando se centra en los dos hermanitos. Se me viene a la mente la escena donde se de de comer al Mosasaurus, una onda a Mundo Marino, y pone la vara alta para lo que vendrá.
Lo único que le reprocho |
Lo que distinguía a Jurassic Park de otras cintas de dinosaurios, estaba en el realismo de estos. Incluso los efectos no envejecieron con el correr de los años. Pero fue en la tercera donde nos parecieron falsos. Es decir: se notaba cuándo eran generados por computadora y cuándo eran animatronics. Acá volvés a la sensación de las primeras dos entregas. Vuelven a cobrar vida y, más importante, a tener personalidad. Por ejemplo, se nota en cada frame que el Indominus Rex es un pedazo de hijo de puta. Pero no sólo en cuestión de movimiento sino de acciones, como cuando deja una hilera de Apatosaurus moribundos sólo por diversión.
Cuando agarra ritmo, la película es adrenalina pura. El momento en que los saurios voladores escapan y comienzan a picotear a los visitantes es donde cobra identidad. Equilibra la acción con el humor. El destino de Zara, la niñera de los hermanos, cuando un pteranodon la agarra y la pasea por los aires calza a la perfección con lo que digo y fue mi escena favorita.
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Se come la película, literal |
Para ir cerrando, Jurassic World le brinda frescura a la saga. Claro que la premisa es la misma de siempre: gente atrapada en una isla con dinosaurios. Y los momentos tontos pasan a segundo plano gracias al desenlace de los sucesos (el clímax) o un bazucazo que corta con el sentimentalismo. Porque la novedad está en el humor, la química entre los personajes, la espectacularidad y la nostalgia. Nostalgia de volver a entrar en ese parque y de poder visitar las ruinas de las antiguas instalaciones que nos hicieron fantasear de chicos. Más el plus de los guiños a las entregas anteriores. La verdad que disfruté mucho de esta película.